El Área de Cultura y Patrimonio de la Provincia de Zaragoza presenta la inauguración de la exposición: Dos pintores aragoneses del exilio: Los legados artísticos y museísticos de Marín Bosqued y Marín de L’Hotellerie.
Fechas: 15 de diciembre al 31 de enero.
Inauguración: Martes 15 de diciembre a las 20 h.
Fechas: 15 de diciembre al 31 de enero.
Inauguración: Martes 15 de diciembre a las 20 h.
El Área de Cultura y Patrimonio de la Provincia de Zaragoza, junto con el Museo de Arte Contemporáneo Hispano-Méxicano de Alagón y el Museo Marín Bosqued de Aguarón, así como, la colaboración de ambos ayuntamientos, presentan en el 4º Espacio Cultural la muestra expositiva, “Dos pintores aragoneses del exilio:Los legados artísticos y museísticos de Marín Bosqued y Marín de L’Hotellerie.”
Esta exposición pone broche final a los actos organizados con motivo del centenario del nacimiento del pintor Luis Marín Bosqued. También se suma a las conmemoraciones que en toda España están teniendo lugar por el setenta aniversario del fin de la Guerra Civil, el cual dio paso al drama del exilio, que tanto marcó la vida de este insigne pintor y su familia. De hecho, la muestra culmina con obras de su hijo, José Luis Marín de L’Hotellerie, otro importante pintor aragonés exiliado, quien se encargó de donar gran parte de la colección artística familiar para la fundación del Museo de Arte Contemporáneo Hispano-Mexicano de Alagón y del Museo Marín Bosqued de Aguarón. Una exhibición itinerante que el público puede completar visitando ambos museos, dos hitos quizá poco conocidos entre la abundante oferta cultural en la provincia de Zaragoza.
BIOGRAFÍAS
1. Luis Marín Bosqued
La carrera artística de Luis Marín Bosqued, nacido en Aguarón el 24 de agosto de 1909, ya había comenzado a despuntar antes de la Guerra Civil en Zaragoza; pero el núcleo de su labor se desarrolló durante el exilio en México, donde llegó a ser una personalidad pública notable, bien apreciado como profesor de arte y como pintor. Ahora bien, nunca se naturalizó mexicano, ni abandonó sus tertulias y amistades con los exiliados, manteniendo activa militancia en el Partido Federal Socialista Español.
La mayor parte de su producción pictórica allí se mantuvo aparentemente bastante al margen de su ideología, pues triunfó sobre todo como retratista, muy cotizado entre las damas de la élite socio-económica mexicana. Solía representar a sus personajes ante un fondo neutro totalmente plano, para resaltar el dibujo académico; pero también trabajaba por planos sus figuras, siempre hieráticas y algo naïves, por influencia de las tendencias neoprimitivistas que imperaban entre los pintores modernos de allá (fue admirador y amigo de María Izquierdo). Otros detalles también revelan su asimilación a la cultura local, como su interés por los ropajes y ornatos mexicanos. Un rasgo original en algunos de sus retratos, que les confiere un aire metafísico o surrealista, son las cuencas oculares totalmente negras (a diferencia de los grandes ojos blancos que pintaba Modigliani, inspirado en la estatuaria clásica).
Marín Bosqued se sentía especialmente orgulloso de sus desnudos y bodegones. Entre estos últimos, además de naturalezas muertas propiamente dichas (cuadros de flores, o de comidas) su especialidad fueron las rhopografías (descripciones de rincones domésticos aparentemente insignificantes), donde aquilató un estilo propio, una personal poética metafísica de las pequeñas cosas, combinando objetos de la cultura popular y libros o imágenes artísticas de la alta cultura, mezclando alusiones mexicanas y españolas. Era un repertorio temático y simbólico muy habitual entre nuestros artistas exiliados, como metáfora de su enclaustramiento cultural, sobre todo en el caso de Ramón Gaya, cuyos bodegones parecen casi siempre museos-altares llenos de homenajes a los grandes maestros españoles. Pero nuestro paisano fue más internacionalista en sus referencias histórico-artísticas, y más mexicano, ya que convirtió las típicas alacenas en su motivo favorito de inspiración.
El silencio y quietud que domina en sus pinturas contrastaba con su personalidad campechana y locuaz. Tuvo muchos amigos y múltiples actividades, siendo un destacado coleccionista de obras suyas u otros colegas. Se trajo muchas de ellas cuando en 1977 regresó definitivamente a Zaragoza, donde murió el 11 de febrero de 1987, sin alcanzar a ver materializado su empeño de fundar algún museo. Pero lo hicieron realidad sus descendientes, gracias a los Ayuntamientos de Aguarón y Alagón.
2. José Luis Marín de L’Hotellerie
José Luis Marín de L’Hotellerie nació en 1932 en Zaragoza, donde se crió con su madre y su hermano menor hasta que en 1941 todos ellos marcharon a México para unirse con su padre en el exilio. Allí ha llegado a ser un reputado arquitecto, aún en ejercicio, y también profesor universitario; pero también un pintor con amplio historial de exposiciones individuales y colectivas. Entre estas últimas interesa aquí destacar algunas de homenaje al exilio español, como la que en 1968 organizó la revista “España Popular”, la reunida en 1976 en el Ateneo Español de México DF, o la que en 1998 se oganizó en la Sala Ollín Yoliztli de la misma capital..
Gran parte de su labor pictórica está muy vinculada a su vocación de arquitecto, no sólo por la abundancia de dibujos y acuarelas que ha dedicado a paisajes monumentales, sino también porque en muchos de sus cuadros gusta representar edificaciones en perspectiva, cosa que lo diferencia del estilo de su padre. Como aquél, también ha pintado numerosas naturalezas muertas —pero en su caso suelen tener un encuadre muy peculiar, a manera de primer plano cinematográfico—, e innumerables pinturas de figuras, incluyendo retratos, escenas de costumbres u otros géneros. Sus estilos son muy variados, pues ha pasado por la abstracción o el realismo mágico, sin desmentir nunca su admiración por el cubismo y el expresionismo; pero quizá lo más característico sean sus cuadro surrealistas, muy en la línea de Max Ernst, Salvador Dalí, Remedios Varo o Leonora Carrington.
Le debemos sobre todo a él, actuando en nombre de todos los herederos de su padre, las fundaciones del Museo de Arte Contemporáneo Hispano-Méxicano de Alagón en 1990 y del Museo Marín Bosqued de Aguarón en 1993. En ambos hay una pequeña representación de obras suyas.
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